3.10.10

Sobre el deterioro de la imagen religiosa.

El pachoncito que todos quieren y el deterioro

La selección de estas imágenes obedece al placer que se produce al trabajar con una película de 35 mm. Las fotografías fueron capturadas con una cámara telemétrica Canonet 28, sus condiciones permitieron que el proceso de registro fuera completamente experimental pues la apertura del diafragma oscila entre f2.8 y 16 y la velocidad estándar de obturación es de 1/15 de segundo, aproximadamente. En condiciones extremas de luz hubo serias sobreexposiciones del negativo. Trabajar con una cámara telemétrica me llevo a desarrollar una visión más práctica en cuanto a captura de imágenes y composición se refiere.

Las imágenes se titulan El pachoncito que todos quieren (imagen de Jesús y los rollos de papel sanitario) y El deterioro (frente de Volkswagen). Pretendo comparar las imágenes tomando como temática el deterioro, hablando de corrosión y la eventual inutilidad de un producto que el paso del tiempo o el mal uso le genera y cómo la religión católica y otras sectas análogas, en la actualidad, sufren una caída dentro del deterioro.

Ante la desesperación de ganar adeptos, las imágenes “sagradas” se han desprestigiado y es posible ver hoy día toallas, pañuelos, billetes de lotería y calcomanías utilizando estos iconos eclesiásticos de manera lúdica. La religión sufre una especie de corrosión ante el desinterés de la sociedad joven de nuestro país a pertenecer a un grupo que se asocia con la represión, con crímenes sexuales y narcotráfico.

El pachoncito que todos quieren y El deterioro es un díptico constituido por la imagen de Jesús sobre una caja de galletas emperador, con dos rollos de papel al frente con un fondo desordenado en la parte trasera del mostrador de una tienda. Representa la comercialización que un clero deteriorado y desesperado ha adoptado para lograr su aceptación en cualquier estrato social. Sin embargo, como se aprecia en la imagen, ha caído en el olvido y la apatía, en la corrosión, que representa la imagen del capó de un Volkswagen abandonado, notoriamente oxidado, posiblemente por desuso o por el descuido de sus propietarios.

Un Volkswagen descontinuado, de virtudes ahorradoras que distan de la comodidad y la libertad que un consumidor busca en su vehículo actualmente, es equiparable a la decadencia que la religión católica sufre en estos momentos. Ambos alcanzarán un punto en el que lo único que podrá hacerse con ellos será desecharlos. Por el momento, puedo decir que para mí, es de mayor utilidad un Volkswagen oxidado que la religión aunque, por igual, restan al usuario de libre tránsito y amplitud en el actuar y eventualmente habrá que remplazárseles por algo más funcional y adecuado a la época en que vivimos.